miércoles, abril 15, 2009

Mala Vecindad

El cuento de hoy tiene como escenario una escalera de vecinos, un lugar en el que afortunadamente, pocas veces ocurren cosas muy espectaculares. Y en el que la mayoría vive su vida tranquilamente, sin molestar a los demás, salvo excepciones. Aunque no siempre es así. De vez en cuando, se da algún caso de...

MALA VECINDAD

Es una vecina insoportable. No es que se la vea mucho; alguna vez entra y sale, sin hablar con nadie, sin siquiera devolver el saludo. Tal vez no acabe de entender el idioma, porque tiene pinta de extranjera. Quizá sea sorda; eso explicaría por qué a veces tiene la música tan fuerte, que se oye por toda la escalera. De poco sirven los golpes de los vecinos en las paredes o el techo, exigiendo silencio. La música, mejor dicho, el ruido, sigue sonando, y para de sonar... cuando sea, nunca se sabe el momento exacto.

Al parecer, tiene un novio, o algo así. De vez en cuando viene un hombre a visitarla, y se va al día siguiente. En cuanto a ella, a juzgar por las pocas veces que se la ve, y la forma en que va vestida, no parece que haya tenido muy buena educación. Casi se podría decir que ninguna, visto el poco respeto que demuestra hacia los demás. No se puede decir que sea fea; solamente vulgar. Y tampoco da la impresión de ser tímida, aunque sí antipática, o mejor huraña.

Aparte del ruido, no se puede decir que haga algo realmente molesto. Vivir en una ciudad quiere decir, entre otras cosas, que uno puede decidir estar tan solo como le parezca. Pero hay unas normas mínimas de convivencia. Y todos los intentos de hablar con ella han sido inútiles. O bien no parece que esté en casa, o no le abre la puerta a nadie. Y como no habla con nadie ni saluda a nadie, ningún vecino se atreve a abordarla. Su piso es de alquiler, pero el propietario no quiere meterse en líos. Dice que mientras le paguen el alquiler cada mes, a él no le interesa nada más.

Más de uno había comentado que cualquier día íbamos a tener una desgracia. Una exageración, a mi entender. Pero hay que reconocer que la situación se estaba haciendo insoportable. Sólo así se puede entender cómo se llegó a lo que pasó el otro día. La música estaba más fuerte que nunca, hasta el punto que el vecino del primero, que ya estaba harto, decidió bajar hasta los contadores y cortarles la luz. Se quedó allá, esperando que se presentase alguien para cantarle cuatro frescas. Pero no fue nadie. Sí que vio pasar al novio, que salía corriendo hacia la calle.

Decidió subir hasta el piso de la mujer, y se encontró la puerta abierta. Todo el piso estaba a oscuras, y la música había cesado, por fin. En ese silencio se podían oir unos gemidos, y con la luz que entraba desde la escalera, el vecino pudo ver a la mujer tumbada en medio del pasillo.

Medio a oscuras, no se veían bien los moretones que tenía ella. Cuando llegaron los de la ambulancia, hablaron de una paliza brutal. Y como dijo el policía que vino al día siguiente, no debía ser la primera. Los vecinos no fuimos capaces de confirmarlo. Con la música tan fuerte, ¿quién iba a oir los gritos? No habíamos hablado con ella; pero es que era muy rara. Y no es de buena educación meterse en la vida de los demás.

Aunque estoy empezando a preguntarme si no nos equivocamos.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ya te encontré!!!!
gracias por la invitación.
Si no te importa, voy a poner un enlace permanente en mi blog, para que me sea más fácil encontrarte y acordarme que estas ahí...me gustaría leer lo que escribes.

saludos desde la coctelera.

y enhorabuena, por lo menos por lo que he leído hasta ahora.

Kilifa

9:42 a. m.  

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