jueves, agosto 31, 2006

Pájaros

A punto de terminar las vacaciones, incluyo algo que no creo que pueda ser considerado cuento, pero tiene la ventaja de ser corto. Al acabarlo, yo mismo me impuse una penitencia, y me obligué a copiar cien veces "no volveré a copiar el estilo de Tagore". Sea como fuere, aquí está el cuento. Y a partir del lunes, mis publicaciones volverán a ser más regulares.
PAJAROS
Un buen día, el pájaro de la Sabiduría Estéril se posó en una rama, frente a mi ventana, y sus plumas eran grises, como recubiertas de ceniza. Cantó, y con su canto pausado y solemne dijo:
- Déjalo todo, y ven conmigo. Nos posaremos en una rama muy alta, muy por encima de la alegría y el dolor del mundo, y desde allí lo contemplaremos todo. Tus alas no volverán a batir, tu corazón apenas palpitará, tus ojos no llorarán. Difícilmente se creerá que sigues vivo; y a cambio de eso, sabrás. Verás todos los problemas y todas las soluciones, con tanta claridad, que ya no te importará aplicarlas o no.
El pájaro que anida en mi corazón aleteó un poco, pero antes de decidirse a seguirlo, preguntó:
- Dime, ¿por qué tengo que renunciar a vivir?
- Porque hay cosas que no puedes saberlas estando vivo - respondió el visitante.
- ¿Y de qué me sirve saberlas si no lo estoy?
El visitante no respondió, y alzó el vuelo.
Un buen día, el pájaro de la Tristeza Profunda se posó en la rama, frente a mi ventana, y sus plumas eran negras como la noche, de un negro profundo y brillante, con reflejos azules. Cantó, y con su canto trémulo y nostálgico dijo:
- Ven conmigo. Jamás volverás a sentirte vacío, jamás te verás obligado a sonreir. Mientras estés conmigo, no querrás otra compañía, y al final, dejará de importarte tu propio dolor y el de los demás.
El pájaro que anida en mi corazón aleteó un poco, pero antes de decidirse a seguirlo, preguntó:
- Dime, ¿podré mirar a mi alrededor?
- Podrás mirar, pero sólo verás lo que yo te permita ver.
- ¿Y por qué debo renunciar a lo que no me dejes ver?
El visitante no respondió, y alzó el vuelo.
Un buen día, el pájaro de la Ambición Desmedida se posó en la rama, frente a mi ventana, y sus plumas eran doradas y relucientes. Cantó, y con su canto vibrante y enardecedor dijo:
- Ven conmigo, y si eres capaz de seguirme, te llevaré más arriba que nadie, y subiremos más deprisa de lo que se ha hecho jamás. Estarás por encima de todo y de todos, y todos te envidiarán, cuando te vean allá, en la cúspide, en el pináculo del mundo.
El pájaro que anida en mi corazón aleteó un poco, pero antes de decidirse a seguirlo, preguntó:
- Dime, ¿qué hay allá arriba?
- No es que haya nada, en verdad. Pero estarás por encima de los demás, allí donde nadie ha llegado.
- Si nada hay, ¿para qué esforzarme en subir?
El visitante no respondió, y alzó el vuelo.
Un buen día, el pájaro del Tiempo Fugitivo se posó en la rama, frente a mi ventana, y sus plumas eran de colores abigarrados y cambiantes. Cantó, y con su canto precipitado y rítmico dijo:
- Sígueme, si es que puedes, y te llevaré hasta el torbellino del cambio, a una velocidad que nadie ha soñado. Jamás volverás a aburrirte, ni tendrás ocasión de pensar, porque antes de que hayas podido ver las cosas, ya habrán cambiado. Nada te cansará, ni te fastidiará. Y te sentirás ligero, porque no te agobiará el pasado muerto ni el futuro incierto. Sólo tendrás el momento presente.
El pájaro que anida en mi corazón aleteó un poco, pero antes de decidirse a seguirlo preguntó:
- Dime, ¿y cuándo llegaré a la meta?
- Jamás, porque no hay meta. Y si acaso la hubiere, habría cambiado tanto y tantas veces, que si llegases a alcanzarla no la reconocerías.
- Pero si no he de llegar, ¿para qué he de partir?
El visitante no contestó, y alzó el vuelo.
Y un buen día, inesperadamente, apareció aquel cuya llegada te toma siempre por sorpresa: el pájaro de la Felicidad Fugaz. Se posó en la rama, frente a mi ventana, y sus plumas eran luminosas. Cantó, y con su canto dulce y tentador dijo:
- ¡Oh, ser afortunado! Ven conmigo, porque tienes la suerte de poder hacerlo, porque te ha sido otorgada la oportunidad que a muchos se niega. Ven conmigo, y verás que soy absorbente como la Tristeza, desenfrenado como la Ambición, fugaz como el Tiempo. Ven conmigo, porque no te lo repetiré. Será sólo un instante deslumbrador, y luego, no volverás a saber de mí, salvo cuando te traiga noticias mías el pájaro del Recuerdo.
El pájaro que anida en mi corazón aleteó más fuerte que nunca, pero antes de decidirse a emprender el vuelo, preguntó:
- Dime, ¿dónde está tu hermano?
- ¿Qué hermano?
- El pájaro de la Felicidad Perdurable. ¿Cómo es que no ha venido? A él, lo habría seguido sin dudar.
- A ese, no lo esperes, porque no vendrá a verte - dijo el visitante - Ese deberás ir tú a buscarlo, con tus propias fuerzas. Y puede que te esté esperando, pero nadie sabe si lograrás alcanzarlo. Pero antes de emprender el vuelo, cerciórate bien, porque podría estar detrás tuyo, aguardando a que te vuelvas y lo reconozcas.
Y viendo que no iban a seguirlo, el visitante alzó el vuelo. Y el pájaro que anida en mi corazón se quedó pensativo, cavilando si debía o no emprender el vuelo.
Tal vez fué todo una ilusión. Puede que en los nidos de antaño no queden pájaros hogaño. ¿Qué quieren que les diga? Lo que es a mí, cada día me gustan menos, los pájaros.
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