jueves, noviembre 23, 2006

Jazmín

Si ayer fué la rosa, hoy le toca el turno al jazmín, que se expresa de forma típicamente femenina, sin que haya una razón aparente para ello. Válgame de excusa el hecho de que Jazmín (Yasmina) es nombre de mujer en la cultura musulmana.

JAZMIN

Hola, guapo. Será mejor que te lo advierta desde un principio: no te me acerques. Y no se te ocurra olerme, ni de lejos, que yo ya sé lo que pasa. Que luego te embriagas con mi perfume, y aún va a resultar que tengo yo la culpa. Y vas a ir diciendo que si soy erótica, que si huelo a mujer. Y eso sí que no. Ya sé, yo huelo igual que algunas mujeres, pero lo que no me puedes negar es que en mí es natural, cosa que no se puede decir de otras.
Pero no quiero enfadarme, que una es pacífica y poquita cosa, y a mí lo que me gusta es hacer compañía y agradar un poquito. Y no me molesta que te guste mi perfume; al contrario. Sólo te aviso que puede ser peligroso. No quiero ser responsable de lo que te sugiera. Bueno, sólo si son cosas buenas y bonitas.
Ya te habrás dado cuenta de que soy un poquito coqueta. Pero no soy mala, todo lo contrario. Me parece que estás un poquito triste, y a lo mejor puedo consolarte. Tal vez consiga hacerte soñar. Que no, que no me estoy insinuando. Yo sólo soy un poquito de aroma; el resto lo pones tú, cariño.
Puede que sea eso precisamente, embriagarte, lo que estés buscando. Y tal vez mi fragancia te sugiera la dulzura, el encanto, la caricia, eso que a veces has conocido. No tantas como quisieras, seguro. Puede que yo te recuerde a tu novia, a tu madre, a tu esposa, a tu maestra, a tu enfermera, a tu amiga. A la Mujer, pero no a una cualquiera: a la que te cuida, a la que te quiere, a la que te dice que sí. A la que tiene esa mano, leve y fresca, que se apoya en tu frente para llevarse la fiebre.
Anda, huele sin miedo, tesoro, que me parece que lo estás necesitando. Que en esta vida no todo es tan duro ni tan desagradable. Que también hay sus momentos buenos. ¿Te acuerdas de aquella noche con ella, con la luna en el cielo? Creíste que no se podía ser más feliz. Y yo estaba allí, en un rinconcito, sin hacer nada, sólo ambientando la noche tibia.
Sí, ya sé, los momentos pasan, el perfume se evapora, y a la mañana siguiente sólo quedan las camas desechas y las facturas por pagar. Pero no es preciso recordarlo ahora, ni darle importancia. Eso ya se hará evidente por sí mismo; no hace falta que lo vayas a buscar. Déjalo para luego. Por ahora, vive sólo el momento, ese momento tan frágil y huidizo que cuesta creer que pueda ser real.
Los sentimientos y las emociones no cotizan en bolsa, y muchos se olvidan de que pueden hacerte feliz. Aunque cada día les caiga encima el hecho evidente de que pueden hacerte desgraciado.
Por eso, no los desprecies, no me desprecies. No me pisotees, aprovechándote de que sólo soy una flor y no puedo defenderme. No seas tan mezquino. Y por favor, no te burles de mí, por fácil que te resulte. A veces, la risita o la risotada es el recurso de los que no saben tener alegría. Pero tú no eres de esos, ya lo sé. Tú me escuchas; mejor dicho, tú me hueles.
Me parece que será mejor que te vayas, cariño, aunque me duela. Es que la situación empieza a ponerse peligrosa, ¿sabes? No por tí; ¿qué mal podrías hacerme tú, mi rey? No, es por mí. Es que se me hace que como me descuide, me llegaría a enamorar de tí. Y no me puedo permitir eso. Yo sólo soy una pobre, pequeña y humilde flor. Apenas un girón de dulzura en la magia de la noche. Nada más.
Por eso, permanezcamos tranquilos, seamos sensatos, y despidámonos como buenos amigos. Pero si otra noche, otra tarde, pasas por aquí cerca, que no se te olvide venir a verme. Ten por seguro que te estaré esperando.
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