sábado, mayo 29, 2010

De "Perdidos" al río

Quiero dejar en este blog dos cosas: en primer lugar, mi confesión de ser un "losti" más, un seguidor de "Perdidos" (Lost). Y en segundo lugar, una pequeña reflexión acerca de la serie, y de su final. Aquí está:

A PROPÓSITO DE LOST

Ante el final de la serie, y visto el alud de críticas que ha recibido, quisiera aportar mi granito de arena, con lo que podría llamarse “notas al margen”.

En primer lugar, me creo obligado a destacar uno de los principales méritos de la serie: el diseño y tratamiento de los personajes. A diferencia de tantísimos telefilmes y películas, principalmente de acción, en “Lost”, los personajes no son planos, de una sola pieza. Y tampoco son buenos y malos de una forma inamovible. Todos ellos tienen una historia que los ha moldeado, y algo más: la capacidad de rebelarse contra su destino, de aspirar a ser de otra forma, o de desempeñar otro papel. Aprovechando la genial definición de Javier Cercas, que habla de personajes “de destino” o personajes “de carácter”, los protagonistas de “Lost”, de la misma forma que no son buenos o malos, sino que navegan entre unos y otros, como todos nosotros, tampoco son siempre y de forma inevitable “de carácter” o “de destino”. Por ejemplo, el admirado y vapuleado Locke, que tras una patética vida (el adjetivo es suyo) cree descubrir por fin una nueva vida, escrita de su puño y letra.

Antes de continuar, no quiero dejar pasar la ocasión de destacar el magnífico plantel de actores y actrices que han encarnado a los personajes; unos actores que casi sin excepción, han revelado su talla en esta producción. Tal como hacía notar Frank Capra, una historia no se cuenta con la cámara, sino con actores. Y “Lost” no habría sido lo mismo sin ellos.

Un aspecto más a tener en cuenta es que la enjundia de la serie la dan, aunque parezca lo contrario, las relaciones entre los personajes, relaciones que en muchos casos, ya se dieron antes de la llegada a la isla. Si se analiza en profundidad, cualquier personaje acaba teniendo una relación directa o indirecta con otro escogido al azar. Nadie está solo a lo largo de su historia. La Michelle que tortura a Sayid es la madre de Alex, a la que Linus adopta como hija. El resto, es decir, los misterios, la iniciativa Dharma, los saltos en el tiempo, etcétera, son solamente una salsa.

Por cierto, y a propósito de la iniciativa Dharma, una cuestión: su emblema, el famoso octógono con los ocho trigramas, recuerda mucho la bandera de Corea. No deja de ser curioso que la pareja de coreanos (precisamente) que forma parte del grupo no lo comente, e incluso no parezca percibirlo.

La iniciativa Dharma, en ella misma, es tan solo un trasunto de las utopías futuristas de los 60 y 70, que creían que la ciencia y la técnica nos harían la vida más fácil y feliz. El paso del tiempo ha demostrado que esa ciencia y esa técnica, en muchos casos, nos ha complicado la vida tanto o más que nos la ha facilitado. Es casi inevitable repetir una vez más, que la solución de los problemas de hoy se convierte en la causa de los problemas de mañana.

Volviendo a los personajes, algunos de ellos son casi arquetipos, ecos de realidades que aún nos acosan. Estoy pensando por ejemplo en Sayid y Ecco. El primero es no sólo iraquí, y miembro además de la guardia republicana; por si fuera poco, es natural de Tikrit, la cuna de Saddam Hussein. Es un ejemplo de personaje al que le han tocado muy malas cartas en el juego, y sin embargo, las juega lo mejor que sabe, hasta llegar a su muerte heroica, y a su absolución por parte de Hugo. En cuanto a Ecco, su historia empieza cuando lo convierten en un niño soldado. La historia ocurre al parecer en Nigeria, pero podría haber sido la misma en Sierra Leona. La vida es como un papel en el que nos toca escribir, pero ese papel nunca es perfecto; a veces tiene un agujero, en el que no se puede escribir nada. Lo único que cabe es saltarlo, y seguir más adelante. O bien puede tener una mancha de grasa, en la que la tinta se desparrama, volviendo ilegible lo escrito. Los renglones no son rectos ni paralelos, el margen es estrecho y nos obliga a partir una palabra. Y en ese papel, en el que se puede escribir un soneto inmortal o la mayor de las tonterías, en el que algunos no van más allá de “mi mamá me mima”, lo único que nos cabe es procurar hacer buena letra.

He dicho antes que los personajes de Lost no son simplemente buenos o malos. Debería añadir que tampoco son totalmente grandes o pequeños. ¿Qué interés puede tener un viejo en una silla de ruedas, como Locke? ¿Quién se molestaría en prestar atención a alguien gordo, torpe y vulgar, como Hurley? A lo largo de la serie queda muy claro que no hay historias pequeñas, y eso me lleva a destacar el carácter especial de la misma. Durante muchos años, he tenido la impresión de que para los europeos, el cine era algo emparentado con el teatro: debían cuidarse los diálogos, los personajes, el conflicto. Para los norteamericanos, en cambio, el cine era algo emparentado con el circo: debía haber lentejuelas, música y números acrobáticos. Lost participa de ambas concepciones, y en ese sentido, es una obra transversal.

Y para terminar, el final, ese final tan controvertido. Tengo la impresión que para los creadores, el final no era lo más importante. No se trataba de una serie en que hubiera que llegar a una conclusión: lo que contaba era el camino, y la gente que nos acompañaba en él. Y por triste que haya sido cada historia individual, no todo ha sido malo, no todo han sido desdichas. Sun y Yin mueren, pero la muerte los encuentra abrazados el uno al otro. Locke consigue librarse de su silla de ruedas, Hugo ha tenido a Libby, Sayid a Sharon. No voy a hablar de James Ford (Sawyer); otras habrá que lo defiendan mejor que yo. Y ese resumen, ese recordar lo mejor de cada uno, es el punto final. Y el punto final es la muerte. No todos están muertos; pero algún día lo estarán. Y no deja de ser consolador pensar que cuando llegue ese momento, lo único que contará no será el dinero que hayamos sido capaces de conseguir, las medallas o el grado de conocimientos, sino los afectos y amores que hayamos tejido en el camino. Nos quedamos sin saber muchas cosas de la isla; pero en realidad, no importan. Lo que importa son las personas, y esas están ahí.

Creo que poco más se puede añadir, y no voy a hacerlo. Así pues, esta pequeña contribución acaba aquí.
Free counter and web stats